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La defensa de la soberanía alimentaria en México a través de la protección de la milpa y los maíces nativos

Ilustración IMJUS


Dra. Mercedes López Martínez

En tiempos recientes, la defensa de los maíces nativos en México ha estado en el centro de una batalla política, mediática, legislativa y económica que, afortunadamente, avanzó en favor de la biodiversidad de las generaciones presentes y futuras, con las reformas a los artículos 4º y 27º de la Constitución Política Mexicana.

El maíz ha sido un legado de 10 mil años de cientos de generaciones campesinas y originarias para México y el mundo, con sus maravillosos colores, sabores, variedades que son base de cientos de platillos y bebidas que fueron declarados Patrimonio Inmaterial de la Humanidad por la UNESCO en 2010; mientras que para empresas transnacionales sin escrúpulos constituyen un negocio redondo por ser el cereal más consumido en el mundo por arriba del trigo, con más de mil millones de toneladas que, incluso, cotiza en la bolsa internacional de valores como commodity.

En esta batalla es importante identificar estos dos frentes diametralmente contrarios:

  1. El conformado por corporaciones transnacionales (Bayer-Monsanto, Syngenta, Dow Agrosciences, entre otras) y sus aliados desde el Consejo Nacional Agropecuario (CNA) y el Partido Acción Nacional (PAN) en México, quienes querían a toda costa, con falsas argumentaciones, permitir la siembra comercial de maíces genéticamente modificados en México, para apoyar un negocio multimillonario que, aparte de apropiarse de semillas ancestrales con tecnologías transgénicas, intentaban venderlas a las poblaciones campesinas en cada periodo de siembra junto con el glifosato, un herbicida cancerígeno que ha sido objeto de más de 100 mil demandas internacionales por los daños que causa en la salud humana y al medioambiente. Para ellas el maíz no es un alimento central, sino un insumo del cual producir forraje para animales y materia prima en diversas industrias.
  2. En una visión radicalmente opuesta se encuentran las comunidades campesinas, originarias, académicas, cocineras, chefs, grupos de mujeres, consumo, artística, servicio público, ámbito parlamentario e integrantes de la industria de la masa y la tortilla éticos; todas personas consumidoras de maíz que exigen alimentos con maíces nativos, libres de agroquímicos y nixtamalizados, que fueron parte de una alimentación sana, de calidad y local.

Desde 2007 la Campaña Nacional Sin Maíz no hay País (CNSMNHP), con más de 300 organizaciones en México, ha impulsado una lucha a favor de la reactivación del campo integrando plenamente a las comunidades campesinas, la agroecología, la milpa y su agrobiodiversidad cultural, contra los OGMs, y los agroquímicos tóxicos que contaminan la tierra, el agua, matan polinizadores y dañan la salud de quienes los siembran y consumen.

Fue también desde la CNSNP donde surgió el núcleo de 53 personas y 22 organizaciones civiles que presentamos una demanda colectiva contra el maíz GM el 5 de julio de 2013, que mediante una medida precautoria, ha impedido la siembra comercial de esos maíces en territorio nacional, medida que fue ratificada por la Suprema Corte de Justicia de la Nación en octubre de 2021. Hay que decir que el juicio sigue vigente, luego de casi 12 años.

Estas acciones, junto con la persistencia de las comunidades campesinas y originarias que, pese a todos los obstáculos, siguen sembrando milpa, han permitido impedir la contaminación de nuestros maíces nativos, ya que justo en 2013 el Gobierno Mexicano estaba por otorgar permisos para sembrarlos en el norte de México, lo cual de no haber sido impedido por la demanda civil, los hubiera contaminado ya de forma irreversible por la polinización y el viento.

También entre los avances es necesario mencionar el Decreto Presidencial de febrero de 2023 para disminuir gradualmente la importación de glifosato a México y contra los maíces GM, que fue derogado luego de que el Gobierno de México perdiera en diciembre de ese mismo año las controversias ante Estados Unidos por aparentemente violar el T-MEC.

Es importante mencionar que en el fondo de esas controversias estaba la presión de las empresas transnacionales en periodo electoral, sobre todo de Monsanto, que se inconformaron por la decisión soberana mexicana de no utilizar maíces amarillos GM estadounidenses en la masa para tortillas y otros alimentos básicos ante los riesgos.

El tribunal otorgó la razón a EE.UU. diciendo que México no proporcionó suficiente base científica, lo cual es falso, ya que Conahcyt presentó evidencia científica a través de cientos de investigaciones que muestran los daños, la cual fue desestimada por un tribunal totalmente coptado por las corporaciones y ante la falta de una defensa contundente del equipo jurídico mexicano. Es lo que algunas personas han llamado “la crónica de una derrota anunciada”, pues el fondo de las controversias era proteger intereses económicos contra la defensa de la biodiversidad y los bienes comunes representados en los maíces nativos.

Ante esa derrota y para proteger los maíces nativos, se instituyeron las reformas constitucionales antes mencionadas, que si bien son importantes para contar con una base legal, tienen que fortalecerse con la instauración de políticas públicas para recuperar procesos de producción ancestral como la milpa, que fue base de una alimentación sana, local, suficiente, nutritiva y de calidad, y que se está perdiendo por el consumo de alimentos y comida ultraprocesados, que han generado una pandemia de obesidad, diabetes y cáncer en el país y en el mundo.

Es necesario reforzar campañas y políticas públicas para recuperar la soberanía alimentaria, lo que implica que las comunidades campesinas siembren alimentos locales, sanos y de calidad, de forma agroecológica; se les apoye en cadenas cortas de distribución, garantizando el acceso a las poblaciones locales; establecer sistemas de compras públicas a la producción campesina pagando precios justos y otorgando subsidios; así como estableciendo canastas de alimentación basadas en la milpa, amaranto y otras siembras tradicionales, haciéndolas accesibles a la población.

Sólo así se recuperarán los cientos de variedades de milpa que se siembran en México, se recuperarán cultivos y semillas tradicionales que resguardan los pueblos originarios y que permiten hacer resiliencia ante el cambio climático, al sembrar de forma agroecológica, natural y sin pesticidas, rescatando el carbono del medioambiente y regresándolo a la tierra, su lugar natural, para humedecerla y enfriar el planeta.

Finalmente, sólo queda celebrar este reciente triunfo con las reformas constitucionales que no son una graciosa concesión del gobierno, sino parte de la lucha destacada de una serie de actores y actoras que de manera comprometida, ética y soberana han defendido la riqueza de nuestro legado cultural, gastronómico, artesanal, medicinal, cosmogónico y tradicional reflejado en los maíces azules, rojos, blancos, negros, amarillos, múltiples, sabrosos, grandes, pequeños, palomeros, para: tortillas, atole, sopes, tlayudas y toda una variedad de bebidas y platillos que nos enriquecen, alimentan el alma y el espíritu y son parte de una identidad que nos hace libres y soberanos.

NOTAS:

  1. Directora Internacional de Vía Orgánica y Representante Común de la Demanda Colectiva Maíz.

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